MI TREKKING A CIUDAD PERDIDA

Trekking a ciudad perdida

Desde niño he sido un pequeño explorador de muchas de las grandes maravillas que tiene Colombia, pero siempre escuche a ciudad perdida como ese destino imposible al cual los colombianos no le prestan atención y que solo los extranjeros le dan la importancia y la visibilidad que se merece.

Mi experiencia estaba programada del 29 Octubre al 1 de Noviembre, así que este Halloween me iba a disfrazar de explorador/Excursionista y mientras empacaba mis disfraces tenía dudas en mi cabeza: ¿Sera que si llevo todo lo necesario o me faltara algo? ¿Mi cuerpo si estará preparado o no aguantara lo suficiente para llegar? Ya con todo en la maleta, tomo mi vuelo a Santa Marta y luego de recorrer el centro histórico, decidí visitar a nuestro anfitrión y operador del tour, que con mi llegada me tomo con la sorpresa de recibir al grupo de viajeros que recién terminaban su experiencia con ciudad perdida, todos llegaban con una cara de emoción combinada con un cansancio enorme e inmediatamente les pregunte por recomendaciones y que me contaran un poco solo lo necesario sin hacer spoiler o dañar mis expectativas del viaje. Para saber más haz clic aquí 👈🏼.

MI CAMINO A CIUDAD PERDIDA

DÍA 1 EL MAMEY – CAMPAMENTO ADAN 7/8 km

A las 8:30 de la mañana, nos reunimos en la oficina de nuestro anfitrión. Allí, conocimos a nuestro guía Keysi y al cocinero Jesús. Ellos nos acompañarían durante los cuatro días. Recibimos algunas indicaciones y luego subimos a nuestro vehículo, un campero 4×4. Tomamos la carretera Panamericana durante aproximadamente una hora hasta llegar a Aguacatera. Allí pasamos por el primer filtro, nos colocaron la manilla de acceso y comenzamos a ascender por una carretera destapada. Cruzamos múltiples ríos hasta llegar al Mamey, también conocido como Machete Pelao.

Entramos al restaurante La Negra, donde nos esperaba un delicioso almuerzo y un mural enorme de la Sierra Nevada. Después de comer, nuestro guía nos explicó cómo sería nuestro día a día y la distancia que recorreríamos.

Al iniciar nuestra caminata, vimos un pequeño internado. Allí estudian y duermen los niños de las comunidades indígenas de lunes a viernes. Como era viernes, muchos de los niños comenzaron el recorrido y nos acompañaron en gran parte del camino.

Llegamos al desvío que nos llevaría a Ciudad Perdida. El camino aún es bastante civilizado, con motos que suben hasta cierto punto. Estas motos son una buena opción para quienes desean ahorrar dos horas de camino por aproximadamente 30.000 pesos.

La primera parte del camino es dura. Subimos por una zona destapada bajo el sol del mediodía y con alta humedad. En el trayecto, hicimos dos paradas en miradores. Allí descansamos y algunos compraron agua o Gatorade. En la segunda parada, nos ofrecieron sandía dulce. Aunque no soy fan de la sandía, esta estaba deliciosa.

Después de más de 3 horas de caminata, llegamos a nuestro primer campamento, Adán. Fuimos el primer grupo en llegar y pudimos elegir camas. Como la tarde era agradable, nos dijeron que el campamento tenía una cascada y una piscina natural. No dudé en nadar en la cascada.

Al regresar al campamento, Jesús nos esperaba con la comida. También conocimos a los demás viajeros que se unían a la experiencia con otras agencias.

DÍA 2 CAMPAMENTO ADAN – COMUNIDADES INDIGENAS – CAMPAMENTO PARAISO 17/18 km

Nuestro día comienza a las 5 de la mañana. Nos organizamos y tomamos el desayuno para recargar energías. Es un día largo, de mucho recorrido e información.

Salimos del campamento a las 6 de la mañana. Durante el ascenso, notamos el cambio en el ambiente y en los paisajes. Las zonas que habíamos caminado antes eran campesinas. Ahora nos adentramos en territorios indígenas. Nuestro guía nos cuenta sobre las bonanzas de la Sierra Nevada: madera, marihuana, coca y turismo. La última es la más importante y ha generado cambios positivos en la región, distribuyendo el dinero de manera más equitativa.

Continuamos el recorrido y llegamos al campamento de la comunidad Wiwa. Nos invitan a una charla sobre sus costumbres, creencias, tradiciones y el paso de los niños a adultos. Aprendemos cómo extraen el fique para hacer mochilas y manillas y cómo obtienen los colores de la sierra.

Después de la charla, tomamos un camino alternativo que nos lleva a la cascada escondida, o la cascada sagrada de los Wiwa. Disfrutamos de sus aguas y recargamos energías.

Caminamos varios minutos hasta llegar a la comunidad Kogui. Vemos cultivos, animales y indígenas trabajando en el camino. Finalmente, llegamos al campamento Mumake, donde almorzamos y descansamos.

Luego del almuerzo, un aguacero cae sobre nosotros. Sacamos nuestros impermeables y cubrimos nuestras maletas. El camino se vuelve más difícil y resbaladizo. Llegamos a la parada técnica y disfrutamos de piñas y naranjas. Reanudamos la caminata hasta el campamento Paraíso, el más cercano a Ciudad Perdida. Jesús nos espera con café o chocolate caliente para calentarnos después de bañarnos y secar nuestra ropa. Por la noche, tuvimos una charla sobre la historia y lo que íbamos a conocer.

DÍA 3 CIUDAD PERDIDA – TEYUNA – CAMAPAMENTO MUMAKE 17/18 km

La noche no fue muy larga, quizás por los nervios de conocer la Ciudad Perdida. A las 5 de la mañana nos levantamos y desayunamos. A las 6am comenzamos el recorrido en la selva, disfrutando de la hermosa mañana y los sonidos de la naturaleza, el cantar de los pájaros y el imponente río Buritaca.

Tras 40 minutos de caminata, llegamos al punto donde los guaqueros descubrieron Ciudad Perdida. Antes debían cruzar el río a pie, pero ahora hay una garrucha para mayor seguridad. Subimos los 1200 escalones de piedra, que es comparable a subir la Piedra del Peñol en Guatapé. Al final, una caseta del parque arqueológico nos recibió y nos entregó el pasaporte de Ciudad Perdida-Teyuna.

El corazón se emocionó al ver las primeras terrazas. Realizamos un ritual para pedir permiso a la Madre Tierra y a los Tayrona para recorrer su antiguo hogar. Nuestro guía nos explicó que cuando llegaron los guaqueros, todo estaba cubierto de vegetación. Después de dañar mucho, informaron a las autoridades sobre el hallazgo.

Con la ayuda de arqueólogos y descendientes de los Tayrona, se restauró lo que hoy conocemos como Ciudad Perdida. Las terrazas grandes eran las casas madre para reuniones, y las más pequeñas eran viviendas. Hay cerca de 500 terrazas, pero algunas no se restauraron ni se pueden visitar por solicitud del Mamo para preservar la paz de sus antepasados.

En el parque arqueológico pasamos cerca de 5 horas explorando las terrazas y admirando las vistas desde cada una. Luego subimos al mirador o terraza más alta para ver la parte más grande y emblemática de Ciudad Perdida. Desde allí, tomamos las mejores fotos y disfrutamos de las vistas de Teyuna.

El tiempo en Teyuna se acababa. No podía dejar de asombrarme con la conexión y la energía que este lugar genera. Pensaba en cómo un sitio que parece sacado de una película estaba en nuestro país, construido en la cima de la montaña solo con la fuerza humana.

Nos despedimos del templo y buscamos nuestro almuerzo en el campamento Paraíso. Al recoger nuestras maletas, descubrimos que nuestro trayecto hacia el campamento Mumake sería bajo la lluvia. Con dos días de agua, el camino se volvía difícil, especialmente en las bajadas. Todo iba bien hasta que resbalé en una de las bajadas y me torcí el tobillo. Al principio, el dolor no era intenso, gracias a la adrenalina y al calor corporal. Sin embargo, con el tiempo, el dolor aumentó y cada paso se volvía más incómodo debido al peso de la mochila. Finalmente llegamos al campamento. Jesús me recibió con un chocolate caliente y un bloque de hielo para mi tobillo hinchado. Esperé que el Dolex Forte y el descanso ayudaran a mejorar para el día siguiente.

DIA 4 CAMPAMENTO MUMAKE – EL MAMEY 16/17 KM

Como cada día de la aventura, nos despertamos a las 5. Mi pie se sentía algo mejor. Sabía que tendríamos una mañana larga con doble jornada para llegar al Mamey. Desayunamos mientras veíamos el amanecer y nos preparamos para partir.

El camino avanzó rápido. Ya no nos distraíamos con los paisajes, y el trayecto se nos hacía conocido. En el camino, nos encontramos nuevamente con los niños de la comunidad. Era lunes y volvían al internado para estudiar.

Llegamos al campamento Adán para tomar un refrigerio. Allí, nos sorprendió la visita de un particular amigo.

Continuamos nuestro recorrido sabiendo que quedaba poco para terminar. El final era solo bajada, pero el sol implacable nos recordó al del primer día de subida. Sentíamos el cansancio acumulado. Finalmente, llegamos al Mamey y almorzamos en el restaurante La Negra. Esperamos a que llegara nuestro campero para tomar la carretera hasta Santa Marta.

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